martes, 4 de marzo de 2025

Sencillez y aturdimiento

    He conseguido la felicidad de lo mundano. Terminar de trabajar y tomarme una coca-cola me llena de inmensa felicidad; me siento en mi máximo esplendor cuando disfruto cualquier momento de austeridad. Suena bien, e incluso cualquier vendehúmos diría que he alcanzado lo que muchos ansían al valorar la simpleza de las pequeñas cosas. Pero no es así; en realidad esto no es más que un mecanismo de defensa que mi inteligentísimo y capaz ser ha desarrollado.  

    Porque me encuentro tan asfixiada normalmente, que cualquier mínimo respiro es valorado como si fuera el mayor tesoro. Y, sin desdeñar la importancia de los pequeños momentos, esto no debería ser así, ya que la gracia de los pequeños momentos debiera estar en que no siempre son apreciados y eso los ensalza en las ocasiones en las que lo son. 

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    A menudo siento un aturdimiento general. Como si estuviera viviendo la vida demasiado rápido, como si hubiera dejado de pensar y de reflexionar; o como si mis pensamientos estuvieran muy perdidos y no fuera capaz de materializarlos como me gustaría. 

    No voy a decir que me siento completamente aturdida y soy incapaz de ser feliz, pero es molesto este continuo sentimiento de aturdimiento; de hacer las cosas porque "quiero" hacerlas, pero casi sin disfrutarlas. ¿Qué me está pasando para haberme vuelto así?

    Es como si estuviera perdiendo todo lo que antes me hacía disfrutar. No siempre he conseguido disfrutar de lo que hago, pero quizás últimamente estoy disfrutando menos de lo que solía.

    Por eso he vuelto a escribir aquí. 

    Porque escribir siempre lo disfruto. 

    Ahora mismo no me siento aturdida; no estoy disfrutando a medias. 

martes, 19 de abril de 2022

Mala suerte

    "Suerte es lo que sucede cuando la preparación y la oportunidad se encuentran y fusionan", dijo Seneca. Así que entonces yo diré: "mala suerte es lo que sucede cuando el desconocimiento, el desacierto y la falta de oportunidades se encuentran y fusionan". 

    Empezamos con un fuerte desconocimiento del mundo real. Desconocimiento de las personas, las leyes, las reglas tácitas, las piezas y engranajes que ponen en funcionamiento la maquinaria que conforma nuestra sociedad,... desconocimiento, en definitiva, de cómo se vive. 

    ¿Qué decisiones se pueden tomar a partir de este desconocimiento? Tal vez, con un poco de suerte, las acertadas. Pero ya hemos dicho que la suerte parte de la base de la preparación; y no hay forma de preparase sin conocimiento. Decisiones incorrectas, por tanto. Desacierto. 

    Por último, la falta de oportunidades desde luego que no favorece a quien ya parte de tan mala premisa como es el desconocimiento y el desacierto. Los milagros no existen. El camino que has seguido te lleva al destino lógico al que te tienes que resignar. 

    La única manera de solucionar tan desesperanzadora situación es empezar a labrar uno camino nuevo esta vez desde el conocimiento y con decisiones acertadas. Para eso se supone que nunca es tarde. Pero, antes, hay que salir del hoyo cavado por un camino al centro de la Tierra que no lleva a ninguna parte más que a la oscuridad de las tinieblas de la falta de oportunidades.

domingo, 8 de agosto de 2021

Break the habbit

    Atrévete a huir. Corre, salta, vuela... hacia un horizonte de esperanza, hacia nuevas experiencias, hacia novedosos conocimientos, hacia diferentes amistades. Hacia un mundo mejor.

    Y regresa. Cae, rueda por el suelo y camina... hasta llegar a de donde viniste, hasta volver a ser quien fuiste, hasta revalorar tus conocimientos mejor asentados, hasta reencontrarte con tus amistades de siempre. Hasta el mundo que te vio crecer.

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    Un shitty post, pero hace mucho que no ponía nada y me apetecía volver a escribir en el blog.

jueves, 1 de abril de 2021

In the web of the spider

    No creo en el destino ni en extrañas conspiraciones, pero...

    A veces siento que estoy metida en una telaraña; o, más bien, en un lugar lleno de hilos que conforman una tela de araña. Dichos hilos son casi transparentes e invisibles a mis ojos, pero intuyo que me acechan y tengo que esquivarlos para seguir adelante. Es frustante no saber si realmente los estoy esquivando o si estoy desperdiciando mi energía tratando de evitar obstáculos que realmente no existen. Pero, aunque las precauciones sean infundadas y por ende frustrantes... al menos me siento segura; me agacho, salto, desvío la trayectoria cuando intuyo que es necesario. Sin embargo, en ocasiones, la sensación de ahogo se apodera de mí. Siento que los hilos se estrechan, que nuevos hilos son tejidos por la temible araña y... que dentro de poco no voy a poder a esquivarlos y me van a atrapar.

    O, lo que es peor... vislumbro claramente un hilo y lo sigo, por la curiosidad de saber a dónde va a llevar. A veces, incluso toco alguno, pensando que su tacto puede ser agradable y luego voy a poder desprenderme fácilmente de él...


sábado, 1 de agosto de 2020

Idependencia

    Siempre he sido muy independiente. Pese al deseo de que el ser humano sea dispensable en mi vida, soy consciente de que es imposible de cumplir. Somos seres sociales y necesitamos el contacto. La felicidad sólo es real cuando se comparte. Las interacciones sociales me han aportado los mejores momentos de mi vida, e incluso las actividades que me gusta realizar en soledad están indirectamente relacionadas con otros seres humanos (los que tocan la música que escucho, los que escriben los libros que leo, los que hacen las series que veo...). 

    Pese a estar inevitablemente atada a la sociedad y, en especial, a mis seres queridos, me alegro de ser emocionalmente (que no económicamente, por desgracia) independiente. Soy consciente de que todas las personas que me importan son individualmente incomparables e irremplazables, y su pérdida significaría un duro golpe. Pero, obviando eso y que siempre voy a necesitar algo de los demás, por pequeño que sea; el hecho de poseer la seguridad interior de que puedo valerme por mí misma es lo que genera esa convicción en mi ser de que puedo seguir viviendo pase lo que pase. 

    En la práctica, ya veremos si es posible o no. 

miércoles, 29 de julio de 2020

Repugnancia

    Me repugna la estupidez. Me dan arcadas sólo de pensar en imaginarme a estúpidos. Es curioso, porque sólo los seres humanos son capaces de producir en mí tal asco. La injusticia de la naturaleza me inspira una sensación de lángila aceptación. Pero la injusticia de la humanidad me produce la repugnancia más vomitiva. Porque la injusticia humana se puede evitar y la natural no. Los humanos supuestamente poseen racionalidad de pensamiento y además están dotados de sentimientos empáticos y, sin embargo, se vuelven criaturas estúpidas, egoístas, viles, maquiavélicas y, en resumen, repugnantes. 

    Los verdaderamente asquerosos no tienen porqué ser los que comenten los crímenes más atroces, pues muchas de estas personas simplemente están enfermas. Los verdaderamente asquerosos son los que no lo están y, de estos, su estupidez no siempre se manifiesta como un crimen atroz. Puede ser una simple forma de ser, un penoso intento de vejar a otros seres humanos, un comportamiento estúpido sin más, de los que no son denunciables pero incitan a la repugnancia por parte de los que tenemos un poco de cerebro.

    Soy alérgica a esta clase de estupidez humana. Me hierve la sangre, se me hinchan las venas, se me retuercen los músculos. Me salen sarpullidos que explotan, como pequeños volcanes de sangre roja ardiente. Me dan arcadas en lo más profundo del estómago y me hace vomitar hasta que no queda líquido más que expulsar. Me quema el cerebro, me cortocircuita las sinapsis neuronales. Me destruye de una forma grotesca, asquerosa y repulsiva. Y todo ese amasijo de huesos, carne, sangre y fluidos da lugar a un hedor que hace que los estúpidos se envenenen con él.



domingo, 19 de julio de 2020

Palabras Vacías

    "I was never a very sociable fellow, Watson, always rather fond of moping in my rooms and working out my own little methods of thought" Sherlock Holmes in The Adventure of the Gloria Scott by Sir Arthur Conan Doyle, 1893.

    Creo que es una descripción bastante precisa de la introversión. Por supuesto, yo me veo bastante reflejada en esa frase, sobre todo en mi tierna infancia. Aunque puede que fuera porque no había encontrado todavía a la gente correcta. No había encontrado a mis Watsons, por así decirlo. 
    
    En este post vengo a reflexionar sobre una de las consecuencias que me ha producido este rasgo de personalidad, ya que, como introvertida, mi forma de ver el mundo y las relaciones interpersonales son la razón de un problema del que no era consciente hasta hace poco: el choque en una relación con extrovertidos. En contexto, yo siempre he congeniado con personas o pequeños grupos de personas a los que les daba importancia y me gustaba considerar mis amigos, y también con algunas personas sueltas con las que no tengo una relación tan profunda pero a las que valoro y atiendo cada cierto tiempo, es decir, colegas.

    Tener pocos amigos y colegas y darles la importancia que creo que se merecen es lo que me generó la falsa impresión de que la gente le da valor a sus palabras y acciones. Básicamente, el problema es que desarrollé la certeza de que la gente era como yo, porque pensaba que era lo normal y básico, y estaba acostumbrada a estar con mis pequeños grupos de gente mayormente introvertida que efectivamente tendía a actuar como yo. Por tanto, cuando tuve relaciones más profundas con amigos y colegas extrovertidos a los que di cierta importancia, pensaba que se tomaban en serio la clase de relación que teníamos. Me asombró descubrir que no, que sus palabras están vacías y sus intenciones se pueden reducir a utilizarte para no estar solos. A ti y a cientos de personas más. Casi me pone enferma.

    Nunca me había puesto a reflexionar sobre los extrovertidos hasta ese momento en el que me metí en relaciones más profundas con ellos y conocí superficialmente a más de su calaña. Normalmente veía gente de ese estilo pero ni les daba importancia porque directamente los catalogaba como gente idiota de la que pasar, así que no me ponía a analizar que muchas de sus estupideces pudieran deberse a ser extrovertidos. Por lo que no me di cuenta de que existían personas que no parecían idiotas pero resultaron serlo debido a sus características de extremada extroversión que les llevaban a decirme palabras vacías que yo me creí. Esas personas fueron mi gran sorpresa y decepción. 

    De todas formas, me gusta pensar que no todos los extrovertidos son totalmente idiotas, sino que hay algunos que son capaces de desarrollar amistades profundas, sólo que tienen la necesidad de tener varios grupos de amigos y planes continuos. Pese a vivir en un mundo de extrovertidos, la verdad es que considero el ser muy extrovertido una flaqueza más que una fortaleza. Se llevan más decepciones y pueden dar demasiada importancia a relaciones vacías porque, para ellos, incluso lo más vacío puede tener significado a veces. Además de que, por supuesto, me parece penoso no ser capaz de estar solo. 

    Así que, ahora que soy consciente de todo esto, tengo más cuidado con creer en las palabras vacías. Aunque no parezcan idiotas, no confío en la gente que me cuenta confidencias muy rápidamente o finge un interés desproporcionado en mí, porque, como extrovertidos, probablemente lo hacen con todo el mundo para generar rápidamente una relación de confianza y así ganar más "amigos", y no porque yo sea especial. Incluso he descubierto que los comportamientos extraños de algunas personas que llevaba años valorando puede que sean debido a su extroversión. Y que tal vez las estaba valorando más de lo que debía...

  

Sencillez y aturdimiento

    He conseguido la felicidad de lo mundano. Terminar de trabajar y tomarme una coca-cola me llena de inmensa felicidad; me siento en mi má...